Una voz me llama. reitera mi nombre como quien bien lo recoge del suelo y se adueña de él. Me llama, desde un supuesto punto correspondiente al espacio proporcionado ya por mis habilidades desarrolladas de alcance inmaterial, y que para ella- la voz-, el mismo punto es imperceptible ante mis ojos “enceguecidos”, justificando dicha "deficiencia" mía mediante su construcción propia de vendas extremadamente translúcidas, ya casi rozando el frágil mar de la transparencia. Ella- la voz-, convive siempre en los adentros más profundos de las entrañas que conforman mi aparato respiratorio, mientras desperdicia desgraciadamente su tiempo en corretear y jugar con mis lágrimas inofensivas y rígidas. Entonces, ese supuesto punto, acaso periférico a mis dimensiones, nunca existió. Yo, en cambio, y según las palabras implícitas en el grito que ella emplea, no sólo que no convivo en ella, sino también no soy siquiera capaz de sobrevivir en ella, y al no poder hacerle comprender que ambos nos hallamos resguardados de manera mutua en un mismo sitio donde la luz converge y luego se despedaza, coexiste aquel no lejano distanciamiento, de cual todos los kilómetros adherentes se entusiasman en pronunciar. Quizás pueda tratarse de que el otoño entre párpados pertenezca a otra persona, y no a mí.
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1 cementerios (de palabras):
http://www.lmcordoba.com.ar/nota.php?id=189592
Mirá esta nota: es una de las actividades que organiza el MCC y parece muuuuuuuuuy interesante (no sé si entendés el chiste... movimiento campesino... muu... vaquitas... En fin.)
Te Amo 3.
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